Literatura y saber SobreVivir
Conocimientos sobre la vida: sobrevivir en la obra de Horacio Castellanos Moya
Este texto es un resumen del ensayo sobre "Literatura y saber SobreVivir" en alemán.
El romanista alemán Ottmar Ette ofrece en su libro ÜberLebenswissen: Die Aufgabe der Philologie (2004) nuevas posibilidades de ver y trabajar con y desde la teoría de la literatura. Para Ette, la literatura debe ser tomada como medio en el cual un conocimiento sobre la vida es conservado y preservado. Pero también es este libro una crítica a las tendencias ya generalizadas de las ciencias naturales, como la biología y la genética, las cuales han últimamente ocupado el concepto de lifesciences como propio y exclusivo de estas disciplinas. En este sentido, el trabajo de Ottmar Ette se entiende como un reto a su propia disciplina, las ciencias literarias, para buscar a través de sus métodos nuevas respuestas a las preguntas que nos hace la vida. Asimismo, desarrolla una metodología que permite interrogarnos sobre el autor/la autora de textos literarios de una manera nueva. El foco aquí no es la intención del autor, sino los vasos comunicantes entre su biografía y la obra literaria.
En este sentido se encuentran muchas conexiones del concepto Überlebenswissen (un saber sobre la vida/ un saber sobrevivir) con la obra del autor salvadoreño Horacio Castellanos Moya, quien desde hace muchos años vive en el exilio. Sus últimas cuatro novelas La diabla en el espejo (2000), El arma en el hombre (2001), Donde no estén ustedes (2003) e Insensatez (2004) están todas relacionadas entre sí y esto de maneras diferentes. Las conexiones se encuentran tanto a través de los protagonistas y personajes que reaparecen en las novelas, en el nivel argumentativo de lo que las novelas narran, así como en los motivos de la muerte y el conocimiento, recurrentes en todas las novelas anteriormente mencionadas.
En la sociedad creada por Moya la verdad es un bien negociable. Las perspectivas de los protagonistas se complementan y crean así un horizonte de posibilidades que se abre en muchas direcciones. Pero los textos de Moya no son una poética de realidades discursivas, sino que reflejan la experiencia de una sociedad en donde no existen las instituciones ni los medios que persigan a los responsables de los crímenes sucedidos durante la guerra civil ni a la delincuencia real y cotidiana de la época de la posguerra, mucho menos que ofrezcan a la sociedad civil resguardo de la impunidad. Encontramos un ejemplo en el asesinato de Olga María en La diabla en el espejo, en donde no sabemos por cual razón tiene que morir esta mujer.
Así, una característica muy importante de las novelas es las ilimitadas posibilidades de morir a causa de un acto violento. En este caso influyen casualidades tan complejas que ni los protagonistas mismos conocen los motivos por los cuales actúan. El protagonista Robocop de El arma en el hombre es un buen ejemplo de esta situación.
Teniendo esto en cuenta, se puede decir del lugar de la verdad en Donde no estén ustedes que se trata de un sitio muchas veces tan mortífero, que la persona que entre una vez en él, casi nunca lo sobrevive.
Solamente es posible preguntarle a los sobrevivientes, y solamente ellos pueden contar. Por eso, ya la perspectiva de las novelas nos indica una distancia o una cercanía con respecto a este lugar de la verdad.
Los argumentos de las novelas casi siempre están contados en primera persona y eso es una señal de que el protagonista, el yo, ha sobrevivido. Una excepción es la historia de Alberto Aragón en Donde no estén ustedes, porque desde el inicio de la lectura el lector se da cuenta de que durante su carrera el ex-embajador se acercó demasiado al lugar de la verdad y por eso ya no nos puede contar su perspectiva de la historia.
Moya construye un panorama de una sociedad con voces de sujetos que han sobrevivido y ahora están contando sus experiencias. La gran cantidad de vaguedades en este panorama es necesaria. Y no porque sean resultado de sujetos determinados, sino porque el “sobrevivir” es también una cuestión del “no saber”.
En el mundo creado por Moya el saber puede ser al mismo tiempo maldición y fuente de conocimiento, de vida o de muerte. Las fronteras son casi invisibles y muchas veces depende del estrato social que se retrata y que es representado. La transferencia del saber de un nivel individual al nivel colectivo y de allí al nivel oficial es muy problemática y muchas veces peligrosa. Un buen ejemplo es la novela Insensatez.
Los protagonistas corren un riesgo doble: Mientras que muchas veces solamente nos podemos imaginar sus peligros físicos, sus constituciones psíquicas se encuentran, en la mayoría de los casos, todavía peor. En algunos casos incluso parece que el precio para el sobrevivir físico, es una destrucción mental.