Horacio Castellanos Moya
y el arte de SobreVivir
Presentación
Leer las novelas más importantes de Horacio Castellanos Moya puede dejarnos la impresión de que todos sus protagonistas son sujetos fracasados: en Donde no estén ustedes, el exembajador Alberto Aragón se entrega al alcohol hasta morir; el asesino a sueldo Robocop de El arma en el hombre despierta, al final de la novela, como prisionero del servicio secreto estadounidense, y la narradora de La diabla en el espejo, Laura, contempla desde el encierro en un sanatorio, lo que alguna vez fuera su vida de riquezas y lujos. Algo similar podríamos decir de los protagonistas de Insensatez, El asco o Baile con serpientes, como también de narraciones como “Perfil de prófugo“: las voces que hablan al lector son las voces de perdedores, de aquellos que en el periodo después de las revoluciones y las guerras civiles centroamericanas son incapaces de orientarse en el mundo que habitan. Figuras con identidades mutiladas y memorias deterioradas que se encuentran con frecuencia ante la disyuntiva de ejercer ellos mismos la violencia o de convertirse en víctimas de la violencia, cuando se trata de sobrevivir. Pues es esto lo que ciertamente pretenden: sobrevivir.
En las últimas décadas, el motivo del sobrevivir ha perdido, por razones obvias, su relevancia existencial en las literaturas europeas y angloamericanas. Mientras tanto se ha consolidado, especialmente en la literatura de géneros, preferentemente como pieza de reemplazo en la producción de la tensión narrativa. Una situación muy distinta es la de las literaturas centroamericanas en donde “la vida desnuda”, en palabras de Giorgio Agamben, adquiere otra relevancia. Vivir y sobrevivir son en el contexto vital, evidentemente, tan excepcionales que prácticamente todas las novelas y narraciones de Horacio Castellanos Moya acaban en este motivo existencial o son construidas a su alrededor. Bajo esta perspectiva, lo que en un inicio se despliega como el fracaso de los protagonistas para la mirada centroeuropea, burguesa y universitaria, resulta algo que comporta otro sentido: no morir es para los protagonistas una especie de victoria sobre sus precarias condiciones. Si la violencia y el homicidio son omnipresentes, el sobrevivir de muchas de las figuras centrales se convierte en señal de esperanza, y de allí que, por mencionar un ejemplo nada más, Donde no estén ustedes no termina con la muerte de Alberto Aragón sino con el investigador Pepe Pindonga como sobreviviente, quien, encargado de indagar las circunstancias de la repentina muerte de Aragón, resuelve el caso a la vez que informa astutamente sólo con lo necesario a su cliente.
Vistos así, los textos de Horacio Castellanos Moya conllevan en sí mismos un enorme y valioso saber, un saber de cómo sobrevivir en sociedades traumatizadas por la violencia de las guerras civiles, así como un saber sobre el daño con el que el individuo carga al lanzarse a la lucha por sobrevivir. La técnica literaria que prefiere trabajar Castellanos Moya es la construcción de voces narrativas, altamente subjetivas, que parecen asegurarse su propia existencia en su oralidad simulada, un proceso que se une a una muy antigua tradición literaria: también Sheherezada garantiza su sobrevivencia al apoderarse del acto de continuar la narración.