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HiN                                                      III, 5 (2002)

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Oliver Lubrich

„Egipcios por doquier“.
Alejandro de Humboldt y su visión ‘orientalista’ de América

 

8. Diferencia

En medio de las bellezas naturales de la selva de Caripe, Alejandro de Humboldt se alegra de no haber viajado a Egipto:

 

„Nous sentions vivement […] combien notre position contrastoit avec celle des voyageurs qui se plaignent d’avoir été dépouillés de leurs provisions dans les couvens Coptes de la Haute-Égypte.“ [I.434]

(„Vivamente sentíamos […] lo que contrastaba nuestra situación con la de los viajeros que se quejan de haber sido despojados de sus provisiones en los conventos de Coptos del Alto Egipto.“ [V.r.e.-II.124])

 

Contrariamente a su propio método de comparar a América con el Oriente o de establecer un vínculo entre ambas regiones mediante diversas asociaciones, sean éstas directas o indirectas, de carácter metafórico o metonímico, negando incluso en cierto modo la diferencia entre ellas, Humboldt constata que esas diferencias existen: por ejemplo, entre las civilizaciones milenarias del Oriente y aquéllas regiones de América que se encuentran fuera de las civilizaciones precolombinas: „cette différence entre l’antique civilisation de l’Inde, et ces contrées de l’Amérique du Sud où le genre humain paroît comme une colonie récemment établie.“ [III.268] („esta diferencia entre la antigua civilización de la India y esas regiones de América del Sur donde el género humano parece una colonia recién establecida“). América, por tanto, no se encuentra sólo en analogía con el Oriente, sino incluso en un llamativo contraste, el cual puede definirse a partir de detalles específicos: „La grande masse du peuple conserve autant d’antipathie pour la barbe que les Orientaux l’ont en honneur.“ [I.472] („La gran masa del pueblo conserva tanta antipatía contra las barbas, como las tienen en honor los orientales.“ [V.r.e.-II.174]). Tales diferencias tornan aún más compleja la retórica orientalista en la relación de viaje humboldtiana.

 

Cuando Humboldt aborda el tema de los calificativos indígenas para designar los cauces de los ríos de aguas muy transparentes (los nativos hablan de „aguas negras“ [II.386]), se remite a múltiples fuentes del Oriente: viajeros, geógrafos y poetas. Ya los „antiguos viajeros árabes“ („d’anciens voyageurs arabes“) habían observado la extrema transparencia de las „aguas verdes“ en un sector del Nilo [II.500]. También „algunos geógrafos árabes“ („quelques géographes arabes“) se referían a un „Nilo verde“ [II.500]. Por su parte, „los poetas persas“ („les poètes persans“) hablaban de un „cielo verde“ [II.500]. Resulta poco probable que los „pueblos de raza semítica“ („les peuples de race sémitique“) confundan el verde con el azul [II.500], tanto menos cuanto que en una traducción de Silvestre de Sacy el citado Abd-Allatif había intentado explicar el color „verde“ a través de la presencia de sustancias vegetales en el agua [II.500]. Más bien puede inferirse de tales comparaciones una observación de carácter general que vincula similitudes y diferencias entre América y el Oriente: „Partout les eaux les plus limpides et les plus transparentes sont celles qui ne sont pas blanches.“ [II.500] („En todas partes, las aguas más límpidas y transparentes son precisamente las que no son blancas“ [V.r.e.-IV.286]).

 

Alejandro de Humboldt toma nota incluso de cómo los propios nativos se refieren a fenómenos del Oriente, a veces incluso de manera negativa, estableciendo un estricto distanciamiento, como si se resistieran a ser „orientalizados“: „[L]es colons […] répètent qu’il n’y a de vrais crocodiles que dans le Nil…“ [III.462] ([L]os colonos […] repiten que no hay verdaderos cocodrilos sino en el Nilo…“ [E.p.221]). Los nativos insisten („[ils] répètent“) en su diferencia.

 

Humboldt no sólo pone en entredicho la identidad de nativos y orientales. También relativiza su pretendida „otredad“. Es así que a sus reflexiones sobre la poligamia les sigue una cautelosa relativización de lo planteado: „La polygamie diminue sans doute le bonheur domestique et l’union intérieure des familles; mais cet usage, sanctionné par l’ismaélisme, n’empêche pas les Orientaux d’aimer tendrement leurs enfans.“ [II.306] („La poligamia, sin duda, menoscaba la felicidad doméstica y la unión interior de las familias; pero este uso, sancionado por el islamismo, no impide que los orientales amen tiernamente a sus hijos“ [V.r.e.-IV.30]). Si bien los americanos, como los orientales, pueden parecer parcialmente „distintos“, su humanidad esencial no es puesta en duda en ningún momento.

 

El cronista de viaje llega entonces al punto en que al menos puede ver, cuestionar y revisar en parte su método de la orientalización automática de la realidad americana. Humboldt da inicio entonces a un proceso de autocorrección. Cuando se tropieza con un grupo de monjes en el interior del territorio venezolano, siente primero la tentación de describirlos como orientales, pero se resiste a ese reflejo. Y de manera explícita analiza ese impulso suyo al que se refiere en subjuntivo como un error que ha podido evitarse, una „confusión“, o lo que es igual a decir, una falsa percepción, un misreading: „[N]ous les aurions pris pour des Orientaux.“ [II.257] („Los hubiéramos tenido por sujetos orientales.“ [V.r.e.-III.351])

 

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