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HiN III, 5 (2002)
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Oliver Lubrich
„Egipcios por doquier“.
Alejandro de Humboldt y su visión ‘orientalista’ de América
6. Autorreferencia
Las metáforas, comparaciones, asociaciones, alusiones, citas y reminiscencias orientales que aparecen en la relación de viaje de Humboldt no son únicamente estilizaciones irreflexivas y estereotipadas, en todo caso pudieran ser estilizaciones ideológicas inconscientes. Pero las apariencias engañan. De una manera implícita, la relación de viaje se va enfrentando cada vez más de manera crítica a su propio procedimiento de la orientalización: Humboldt va desvelando los estereotipos orientalistas en la misma medida en que los reproduce, por ejemplo, como falsas generalizaciones de las ciencias naturales:
„Quelle différence entre les espèces que nous venons de citer et le dattier de l’orient qui, pour les peintres paysagistes de l’Europe, est devenu malheureusement le type du groupe des palmiers!“ [II.316]
(„[¡]Qué diferencia entre las especies que acabamos de citar y el dátil del [O]riente, que por desgracia [se ha convertido] para los pintores paisajistas de Europa [en un prototipo] del grupo de las palmeras!“ [V.r.e.-IV.43])
Una palma datilera no es lo mismo que una palma real. Los topos culturales se revelan como falsos clichés.
Alejandro de Humboldt formula una crítica explícita a la literatura de viaje; crítica que podría referirse implícitamente también a su propio texto: el que redacta sus memorias de viaje („sa mémoire“) y las presenta ante un público europeo, tiende a la exageración:
„revenu en Europe, rendu au monde civilisé, il trouve un dédommagement de ses peines dans le plaisir d’étonner par le récit des faits qu’il croit avoir recueillis, par la description animée des choses lointaines.“ [II.293-294]
(„y vuelto a Europa, restituido al mundo civilizado, halla un desquite de sus fatigas en el placer de causar admiración mediante la narración de hechos que cree haber recogido y la descripción animada de lejanas cosas.“ [V.r.e.-IV.15])
Ciertas formas de la naturaleza comparativamente monótonas (como las sabanas de Venezuela, el océano o los desiertos del Oriente) incitan a una fabulación exotizante: „On aime à conter dans les missions comme sur mer, comme dans l’orient, et partout où l’on s’ennuie.“ [II.293] („Contar es un placer en las misiones, como en el mar, como en el Oriente, y dondequiera que amenaza el fastidio“ [V.r.e.-IV.12]). Esta circunstancia impone – desde Heródoto – la necesidad de mostrar cierto escepticismo ante las fábulas de los nativos y ante las narraciones de misioneros y las relaciones de viaje:
„On ne peut être surpris qu’une région si déserte ait été de tout temps le sol classique des fables et de la féerie. C’est là que de graves missionnaires ont placé ces peuples qui ont l’oeil dans le front, une tête de chien ou la bouche au-dessous de l’estomac; c’est là qu’ils ont trouvé tout ce que les anciens nous rapportent des Garamantes, des Arimaspes et des Hyperboréens.“ [II.293]
(„No debe sorprender que una región tan desierta haya sido en todo tiempo la tierra clásica de las fábulas y de cosas de hadas. Allí localizaron graves misioneros esos pueblos que tienen un solo ojo en la frente, una cabeza de perro, o la boca debajo del estómago: allí encontraron lo que los antiguos nos cuentan de los Garamantes, los Arimaspes y los Hiperbóreos.“ [V.r.e.-IV.12])
Aquí Humboldt hace dos cosas: mientras por un lado confirma una vez más la analogía convencional (América es como el Oriente), va socavando por otro lado una práctica literaria de la que él mismo participa (tanto de una región como de otra se han escrito suficientes tonterías).
En otro pasaje, Humboldt alerta sobre la posibilidad de hacer asociaciones demasiado aventuradas, y lo hace ironizando sobre ciertas conclusiones falsas típicas de la literatura de viaje en las que él mismo incurre una y otra vez: se mofa, por ejemplo, de „[l]es savans qui voient des Égyptiens partout où il y a des momies, des hiéroglyphes ou des pyramides…“ [I.194] („los sabios que ven egipcios por doquier, donde haya momias, jeroglíficos y pirámides…“). Algunos „crédulos viajeros“ hacen las asociaciones más absurdas diciendo que los indios que encuentran a su paso hablan irlandés („des Indiens qui parlent l’irlandois“ [III.159]; „indios que hablan irlandés“) o hebreo („les théologiens ont cru y voir de l’hébreu“ [III.160]; „los teólogos han creído ver en ellos al hebreo“). Es demasiado fuerte la tentación de aplicar los paradigmas habituales de identidad y diferencia.
Es de esa manera concreta que el conocimiento del canon europeo (Biblia, mitología, Antigüedad clásica) puede suscitar malentendidos, proyecciones falsas y erróneas traducciones:
„Gabriel de Cabrera recueillit à Cuba une tradition très-semblable à celle que les peuples de race sémitique ont de Noé […] Cabrera, préoccupé des mythes des Hébreux, a-t-il mal interprété les paroles des indigènes, ou (ce qui paroît plus probable) n’a-t-il pas ajouté un trait de plus à ces analogies de la femme au serpent, de la lutte de deux frères, du cataclysme de l’eau, du radeau de Coxcox, de l’oiseau explorateur, et de tant d’autres mythes qui nous apprennent incontestablement qu’il existoit une communauté d’antiques traditions entre les peuples des deux mondes?“ [III.427]
(„Gabriel de Cabrera recogió en Cuba una tradición muy semejante a la que los pueblos de raza semítica tienen de Noé […] Cabrera, preocupado con las fábulas heroicas de los hebreos, ¿ha interpretado mal la palabra de los indígenas o, lo que parece más probable, ha querido añadir a estas analogías de la mujer serpiente, de la lucha de los dos hermanos, del cataclismo del agua, de la almadía de Coxcox, del ave exploradora y de otros muchos mitos que nos hacen saber que existía una especie de comunidad de antiguas tradiciones entre los pueblos de ambos mundos?“ [E.p.157])
Al final, lo ajeno resulta casi imposible de diferenciar de la proyección de lo propio – o de la imagen habitual de lo ajeno.
Cuando Humboldt se ocupa de las cualidades atribuidas al pueblo de los caribes, constata que los connotados de determinadas naciones o culturas se desvinculan e independizan de su base histórica: „les Caribes“, en su condición de pueblo viajero, „jouoient-ils le même rôle que les Chaldéens dans l’ancien continent.“ [III.13] („puede que jugasen el mismo papel que los caldeos en el antiguo continente“ [V.r.e.-V.23]). Para los caribes es válido lo mismo que para caldeos, egipcios y bohemios:
„lorsque, sous les Césars, les superstitions de l’Orient s’introduisirent en Italie, les Chaldéens ne venoient pas plus des bords de l’Euphrate que nos Égyptiens et Bohémiens (parlant un dialecte de l’Inde) ne sont venus des bords du Nil et de l’Elbe.“ [III.13]
(„y cuando, bajo los Césares, las supersticiones del Oriente se introdujeron en Italia, los Caldeos no venían ya de las márgenes del Eufrates, así como nuestros egipcios y bohemios (hablando un dialecto de la India) tampoco llegaban de las riberas del Nilo y del Elba.“ [V.r.e.-V.23])
No todo lo que a uno le parece oriental merece tal calificativo. La mirada orientalista es extremadamente falaz.
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