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Jorge Ortiz Sotelo
Thalassa – Asociación de Historia Marítima y Naval IberoamericanaAportes de Humboldt
a la náutica y a la oceanografía peruana3. El tema de la longitud
Desde el siglo XV, cuando surge la navegación astronómica como parte del proceso de expansión portuguesa, el principal problema que debían enfrentar los navegantes era la determinación de su posición en la mar y de la posición de las islas y lugares que iban descubriendo. La determinación de la latitud fue rápidamente resuelta mediante la adaptación de algunos instrumentos de medición astronómica para ser utilizados a bordo, tales como el cuadrante, el círculo de la Polar, la ballestilla y el astrolabio, y la eventual aparición de algunos otros más precisos como el sextante y el octante. Un problema bastante más complicado fue la determinación de la longitud.
En esencia, la longitud es el meridiano en que uno se encuentra, medido con relación a un punto determinado. Dado que el globo terrestre tiene 360 grados y que rota sobre su eje en 24 horas, si se logra mantener la hora del punto de partida, y se le compara con la hora astronómica del punto donde uno se encuentra, se podrá determinar la diferencia de horas y por ende la diferencia de longitud. Sin embargo, este sencillo planteamiento requería de un instrumento que permitiese conservar la hora del punto de partida a pesar del movimiento de una nave, del cambio de temperaturas y de otras circunstancias inesperadas. Durante casi tres siglos no hubo una solución adecuada para este problema, generando errores notables en la navegación y en la ubicación de algunas islas y lugares.
La otra forma de medir la longitud fue observando algún fenómeno celeste y comparando luego la hora astronómica en que se había producido en el lugar de la observación y la hora del meridiano de referencia. Esto último había sido efectuado en Lima en varias oportunidades durante el siglo XVIII, siendo el primero en efectuarlo el médico francés Alejandro Durand, quien a principios de 1710 realizó una observación a los satélites de Júpiter según el método desarrollado por Juan Doménico Cassini (1625-1712). Posteriormente, Pedro Peralta y Barnuevo (1664-1743) observó algunos eclipses que permitieron determinar longitudes para Lima que diferirían de la Humboldt en menos de 32 segundos de arco. Finalmente, los marinos españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa realizaron diversas observaciones entre 1740 y 1744, determinando una longitud más precisa aún (Dargent 1995, 29-36). Por su parte, las dos estancias de la Expedición Malaspina en el Callao también habían permitido determinar una longitud bastante aproximada para dicho puerto.
No obstante todas estas mediciones, el tema de la longitud exacta de Lima y el Callao continuaba requiriendo de mayores observaciones a fin de determinarla con precisión. Fue por ello que Humboldt se propuso observar el paso de Mercurio por el disco del sol, que debía producirse en la mañana del 9 de noviembre de 1802. Para ello, entró en contacto con la comunidad científica local, la cual incluía a algunos oficiales de la Real Armada destinados al Apostadero Naval del Callao.
Los que Humboldt menciona en su diario son el brigadier graduado Tomás Ugarte y Liaño, comandante del referido apostadero[1]; el teniente de navío Mariano Isasbiribil, comandante de la goleta Extremeña;[2] el teniente de navío José Ignacio Colmenares, comandante del bergantín Peruano[3]; y el capitán de fragata Joseph Quevedo, comandante de la fragata Santa Rufina, que había arribado de Cádiz el 20 de junio de ese año[4]. Aun cuando no lo menciona, seguramente también conoció allí al teniente de fragata José de Moraleda, comandante de la corbeta Castor, sobre el cual daremos algunos datos biográficos al tratar del viaje que Humboldt realizó en dicho buque a Guayaquil.
Con el fin de apoyar a Humboldt en su objetivo, el brigadier Ugarte le brindó un cuadrante astronómico de su propiedad, fabricado por el londinense Jesse Ramsdem, que permitía medir la altura de los astros sobre la horizontal a su paso por el meridiano (González-Aller 1996, 223). A pedido de Humboldt, dicho instrumento quedó en manos del teniente Isasbiribil, a quien califica como “muy conocedor del cálculo analítico... más grande geómetra que yo” (Humboldt 1991, 82). Por otro lado, Luis Alvo, un personaje que no he podido identificar, le facilitó a Humboldt un heliómetro o gran lente acromático de 8 pies, del tipo fabricado por Peter Dollond, al que el joven científico alemán le hizo colocar un retículo de 45° antes de pasar al Callao el día 7 de noviembre (Humboldt 1991, 81).
Instalado en la torre norte del Real Felipe, con un aumento de 40 veces en el heliómetro, pudo observar los contactos interior y exterior de Mercurio con el Sol. Empleando los cálculos de Jacobo Holtmann, obtuvo para el torreón la longitud de 79° 34’ 30” al oeste del meridiano de París (Nieto 1959, 16). Humboldt se lamenta que Ugarte e Isasbiribil, pese a habérselo ofrecido y contar con el cuadrante Ramsden, no hubiesen realizado una observación simultánea en Lima, ni que Colmenares se le hubiera unido en el Callao (Humboldt 1991, 82-83).
No conocemos las razones por las cuales Ugarte, Isasbiribil ni Colmenares participaron en dicha medición, pero ciertamente nos parece exagerado calificar su actitud de irresponsable.[5] Tal adjetivo encajaría mejor si la observación astronómica hubiese sido su función primaria, dejando en un segundo plano las vinculadas a la actividad del Departamento Marítimo del Callao, que tenía responsabilidad desde El Cabo de Hornos hasta América Central. Más aún, como el propio Humboldt señala, Colmenares estaba “listo a partir para dirigir la operación de levantar planos desde Chiloé hasta las islas Galápagos”, acompañado en esa labor por Isasbiribil en la goleta Extremeña.
Lo cierto es que la longitud calculada por Humboldt para el Callao fue más precisa que las antes disponibles, sumándose a las que habría de determinar durante su travesía a bordo de la Castor para otros puntos de la costa norte peruana. Las posiciones determinadas con base en esos cálculos habrían de permanecer como referentes válidos durante varios años, siendo así que la Guía Política, Eclesiástica y Militar del Perú para el año bisiesto de 1860 (Cabello 1860, 57-60), lista cuarenta y dos puntos del territorio peruano, más de la mitad de los cuales correspondían al litoral, cuya posición fue determinada por Humboldt. La misma guía da once puntos del litoral determinados en 1835 por el teniente Alexander Burns Usborne, en el Constitution, y treinta y nueve más calculados el mismo año por la expedición del Beagle, al mando del capitán Robert Fitz-Roy. Se menciona, además, la posición de Paita determinada por Louis Isidore Duperrey en La Coquille.
[1] Nombrado por reales órdenes del 23 de mayo y 22 de julio de 1797, fue el primero en ejercer dicha función. En 1803 fue ascendido a jefe de escuadra y el 3 de abril del siguiente año zarpó de regreso a España al mando de las fragatas Joaquina, Mercedes, Clara y Asunción, con casi un millón y medio de pesos a bordo. Luego de un duro cruce del Cabo de Hornos, las cuatro fragatas arribaron a Montevideo, donde Ugarte falleció poco después.
[2] En 1804 la Extremeña fue atacada frente a Copiapó por un bergantín británico, sin previo aviso de guerra. Isasbiribil se vio obligado a incendiar su nave para evitar que cayese en poder del enemigo.
[3] Natural de Lequeito, Vizcaya, Colmenares llegó al Apostadero del Callao a finales del siglo XVIII. En 1801 se le dio el mando de tres lanchas cañoneras, y en agosto de 1802 fue nombrado comandante del bergantín Peruano, cargo que retuvo por casi una década, excepto entre 1809 y 1811 cuando estuvo a cargo de la fragata San Fernando, de la Compañía de Filipinas, para un viaje a Manila. En 1819 figura como capitán de navío graduado, tomando parte en esa condición en la defensa del Callao contra los ataques de Cochrane. Falleció en Bilbao, en 1833 [Jorge Ortiz Sotelo y Alicia Castañeda Martos, Diccionario Biográfico Marítimo Peruano. Lima: Dirección de Intereses Marítimos, 1993, art. Colmenares].
[4] Zarpó de regreso a Cádiz a finales de 1802 o principios de 1803 [Archivo El Viso, Expediciones de Indias, legajo 33 (1803), sobre la comisión de la fragata].
[5] Hampe (1999, 68), menciona una carta de Leopoldo Chiappo en la que se expresa de esa manera de los referidos oficiales navales españoles.
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