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HiN III, 5 (2002)
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Oliver Lubrich
„Egipcios por doquier“.
Alejandro de Humboldt y su visión ‘orientalista’ de América*
Introducción
La campaña de Napoleón Bonaparte en Egipto en el año 1798 marca un punto culminante del entusiasmo europeo por el „Oriente“ y de su apropiación colonial.[1] Pocas semanas antes de la „batalla junto a las Pirámides“ llega Alejandro de Humboldt a París, antes de embarcarse hacia América del Sur por la vía de España.[2] En Francia, el científico alemán abriga primeramente el propósito de viajar también al Oriente, pero sería necesaria una combinación de planes impedidos y azares favorables para llevar finalmente hacia el continente americano a aquel hombre ávido de viajar, donde, como resultado de una expedición que duró en definitiva cinco años, el naturalista elaboraría las bases de su máxima obra científica y de su reputación internacional.[3]
En el primer capítulo de su obra de viaje, publicada en tres volúmenes con el título de Relation historique du Voyage aux Régions équinoxiales du Nouveau Continent,[4] Alejandro de Humboldt habla de pasada sobre su fracasado plan de viajar a Egipto („un voyage de la Haute-Égypte [I.42]; „un viaje por el Alto Egipto“ [V.r.e.-I.38]): „je ne pouvois résister à la tentation de visiter des contrées si célèbres dans les fastes de la civilisation humaine.“ [I.42] („no podía resistir a la tentación de visitar países tan célebres en los fastos de la civilización humana.“ [V.r.e.-I.39]). Las razones que le llevaron a desistir del proyecto las menciona más bien de manera vaga:
„Je me croyois très-près du moment où je m’embarquerois pour l’Égypte, quand les événemens politiques me firent abandonner un plan qui me promettoit tant de jouissances. La situation de l’Orient étoit telle, qu’un simple particulier ne pouvoit espérer de suivre des travaux qui, même dans des temps plus paisibles, exposent souvent le voyageur à la méfiance des gouvernemens.“ [I.42]
(„Me creía muy próximo al momento de partir para Egipto cuando los acontecimientos políticos me hicieron abandonar un plan que me prometía tantas satisfacciones. La situación del Oriente era tal, que un simple particular no podía esperar la prosecución de trabajos que aún en los tiempos más pacíficos exponen con frecuencia al viajero a la desconfianza de los gobiernos.“ [V.r.e.-I.39]).
Aunque aquí se alude meramente a la situación política,[5] la campaña colonial francesa también puede ser vista como un estímulo para esa propensión de Humboldt a lo exótico, para sus intereses científicos y sus planes concretos de viaje.[6]
Como es sabido, también el célebre viaje de Colón a América había comenzado como una búsqueda del Oriente, específicamente de una ruta por mar a las Indias.[7] En ese propio año de 1492, el annus mirabilis de su historia, los españoles habían concluido triunfalmente la reconquista de la Península Ibérica, llevada a cabo a lo largo de más de siete siglos de guerra contra los moros, y por ende también contra el Islam. En su condición de conquistadores, continuarían ahora esa „cruzada“, esta vez contra extraños seres de fe diferente, como una conquista colonial contra los nativos de ultramar.[8] Estos „indios“ venían a sustituir a los moros no sólo desde un punto de vista histórico e ideológico; también desde el punto de vista etimológico la palabra significaba realmente „hindúes“, por lo que ya en su denominación aparecen como falsos orientales, en todo caso como orientales decepcionantes a la luz del error de Colón. Irónicamente, se trata otra vez de un fracasado proyecto de expedición al Oriente el que constituye el punto de partida del viaje del „segundo descubridor“ a América,[9] quien siempre ha sido comparado con Colón y que de vez en cuando debe haberse visto a sí mismo en analogía con el gran „descubridor“.[10]
Pero la América de Humboldt no sólo podría relacionarse con el Oriente desde un punto de vista biográfico o histórico-anecdótico. Tal como Humboldt lo sugiere en un pasaje, el episodio del fracasado viaje a Egipto tuvo cierto efecto en sus estudios; efecto que se haría patente durante su viaje por América:
„Je donnai dès-lors à mes études une direction qui étoit conforme à ce nouveau projet, et dont j’ai profité dans la suite, en examinant les rapports qu’offrent les monumens barbares des Mexicains avec ceux des peuples de l’ancien monde.“ [I.42]
(„Desde entonces di a mis estudios una dirección conforme a ese nuevo proyecto, de la cual me aproveché después examinando la relación que ofrecen los monumentos bárbaros de los mejicanos con los de los pueblos del viejo mundo.“ [V.r.e.-I.39])
Sus estudios sobre el Oriente tendrían una influencia en la manera en que Humboldt se enfrenta al „Nuevo Mundo“.[11] En sus descripciones de América el Oriente es mencionado una y otra vez. La relación de viaje parece ser transitada por un subtexto oriental. ¿Qué papel (o papeles) juegan los motivos orientales en la Relation historique…? ¿Y qué función asume el Oriente en la imaginación geográfica de Humboldt?
1. Metáfora
Ya el lugar llamado Santa Cruz, en las Islas Canarias, donde Humboldt hace escala durante su travesía, es para él un „caravasar“ („caravanserai“ [I.104]).[12] Pero no es hasta su llegada a América del Sur que se inicia una verdadera acumulación de motivos orientales: También la „Casa del Rey“ en el pueblo de misión llamado San Fernando „est un véritable caravanserai“ [I.373] („Es un verdadero [caravasar]“).[13] Su propia comitiva de viaje, que se desplaza por el interior de Venezuela, aparece descrita como una „caravane“ [II.137, III.32].
Los Llanos venezolanos son imaginados por el viajero como un desierto, al tiempo que los emplea como metáfora del centro de la civilización antigua, es decir, como „Mediterráneo“: „le Sahara, […] cette Méditerrannée de sables mouvans“ [III.32] („el Sahara, […] ese [M]editerráneo de arenas movedizas“ [V.r.e.-V.48]). La ciudad de Manoa es vista por Humboldt como „le Tombuctou du Nouveau-Continent“ [II.153] („el Timbuctú del Nuevo Continente“ [V.r.e.-III.215]). Por su parte, el territorio situado entre los ríos Amazonas y Orinoco pasa a ser una nueva Babilonia („cette immense Mésopotamie entre l’Orénoque et l’Amazone“ [II.539]; „esta inmensa Mesopotamia entre el Orinoco y el Amazonas“ [V.r.e.-IV.338]), lo que equivale a decir que los dos grandes ríos sudamericanos son imaginados como el Eufrates y el Tigris, y el interior del continente como un arcaico espacio cultural del Oriente.[14]
La América de Alejandro de Humboldt exhibe claros rasgos orientales. En las cuevas de Ataruipe, y más tarde también en Caripe, encuentra „momias“ („momies“ [II.353, II.598]). El legado gráfico de los indios Humboldt lo denomina „jeroglíficos“ („peintures hiéroglyphiques“ [III.20]; „pinturas jeroglíficas“).[15] La supuesta poligamia y antropofagia de un cacique indio se sintetiza en la idea del harén: „Cocuy, le chef des Manitivitanos […] avoit son harem de femmes […], il en mangea les plus belles et les plus grasses.“ [II.477] („Cocuy, el jefe de los Manitivitanos […] tenía su serrallo […] [y] se comía a las más bellas y más gordas de sus mujeres“ [V.r.e.-IV.253]). El escritor viajero menciona a Moctezuma, el gobernante azteca, y lo nombra „le sultan mexicain“, mientras al dios azteca Quetzalcoatl, con analogía igualmente osada, lo llama „le Budha des Mexicains“ [II.484]. A los nómadas nativos de la región del Orinoco los compara con los árabes: „l’indigène de l’Orénoque […] transporte ses cultures (conucos), comme l’Arabe transporte sa tente…“ [II.429] („el indígena del Orinoco […] transporta sus cultivos [conucos] como el árabe muda su tienda…“ [V.r.e.-IV.189]). A los caribes („[l]es Caribes“) los llama los „B[o]ukhares“ de América [II.482, III.20][16] o también „les Bédouins des fleuves de la Guyane“ [II.539] („los beduinos de los ríos de Guayana“ [V.r.e.-IV.339]). Y hasta los bandidos de los Llanos se comportan „a la manera de los beduinos“ („à la manière des Bédouins“ [III.28]). Alejandro de Humboldt describe el „Nuevo Mundo“ como un segundo Oriente. Su viaje por Sudamérica es puesto en escena abiertamente como un viaje imaginario por esa región. Humboldt orientaliza a América, convierte lo que ve en objeto de su mirada „orientalista“.[17]
Al combinar unos con otros distintos elementos iconográficos, Humboldt superpone a sus descripciones de los paisajes americanos escenarios orientales: En el río Apure, que se sale de su cauce, el lector se ve transportado a las regiones inundadas del Bajo Egipto: „Tout rappelle ici les inondations de la Basse-Égypte“ [II.199] („Todo recuerda aquí las inundaciones del Bajo Egipto“ [V.r.e.-III.275]), incluidos los cocodrilos, los cadáveres de caballos y los buitres, que recuerdan a su vez determinadas especies egipcias: „Ils ont tout le port de la Poule de Pharaon, et rendent les mêmes services aux habitans des Llanos que le Vultur Percnopterus aux habitans de l’Égypte.“ [II.199] („Tienen toda la facha de la Gallina de Faraón, y prestan a los habitantes de los Llanos iguales servicios que el Vultur Percnopterus a los habitantes de Egipto.“ [V.r.e.-III.276]). En las épocas de sequía las llanuras parecen desiertas („les plaines brûlantes de Casanare, de l’Apure et de Calabozo […] ressemblent aux déserts de l’Afrique.“ [II.92]; „las abrasadas llanuras del Casanare, el Apure y Calabozo […] se asemejan a los desiertos de África.“ [V.r.e.-III.134]). Luego las palmeras, cuyo aspecto es similar al de las que abundan en las „costas de Berbería“ („côtes de Barbarie“), „comunican al paisaje“, junto con los camellos y los espejismos, „un aspecto africano“ („…au paysage un aspect africain“ [II.93]). La asociación es realmente obsesiva. Las analogías aparecen como aparentemente inevitables. Por lo visto no es posible hablar del Orinoco sin pensar de inmediato en el Nilo, aun cuando nunca se haya estado allí: „On ne peut parler des cataractes de l’Orénoque sans se rappeler la manière qui étoit jadis en usage pour descendre les cataractes du Nil…“ [II.319] („[No] puede hablarse de las cataratas del Orinoco sin recordar la manera antaño puesta en uso para bajar por las cataratas del Nilo…“ [V.r.e.-IV.47]).
Las obras de fortificación de los indios norteamericanos, que Humboldt conoce realmente a través de la literatura, le recuerdan al viajero „les pyramides à gradins de l’Égypte et de l’Asie occidentale“ [III.156] („las pirámides […] con escalones de Egipto y del Asia occidental“). En la medida en que el naturalista alemán va extendiendo de cierto modo sus analogías orientalistas más allá de las regiones visitadas, compara simultáneamente estas obras constructivas con monumentos mexicanos y egipcios: „Tous les fortins carrés sont aussi exactement orientés que les pyramides égyptiennes et mexicaines“ [III.155] („Todos los fortines cuadrados están exactamente orientados como las pirámides egipcias y mexicanas“). La pirámide es la metáfora arquitectónica principal en la obra de Humboldt. Particularmente las cumbres de las montañas son descritas a menudo por él como „piramidales“. La „haute cime pyramidale“ [II.454] („la alta cima piramidal“) pasa a ser realmente un icono geocultural.[18] (Incluso los indios otomacos apilan „en pyramides“ [II.609] las pequeñas pelotas de tierra que les sirven de alimento.)
Una de las cadenas asociativas características del método de Humboldt, la cual en ningún momento combina elementos comparativos obvios, funciona a través del estereotipo de la opulencia del Oriente: A partir de la pregunta acerca de la importancia de las perlas entre los pueblos indígenas del norte de Venezuela, particularmente en la „côte de perles“ [I.340] („la costa de las perlas“ [V.r.e.-I.445]), tan célebre en el siglo XVI, „comme le golfe Persique et l’île Taprobane l’étoient chez les anciens“ [I.340] („como el golfo Pérsico y la isla de Taprobana lo eran entre los antiguos“ [V.r.e.-I.445]), Humboldt llega a la conclusión de que „le luxe des perles“ [I.340] („el lujo de las perlas“ [V.r.e.-I.445]) ha estado muy difundido también entre los americanos, como lo demuestran los diversos adornos de México y Perú, en particular la cofia guarnecida de perlas en el busto de basalto de una „sacerdotisa mexicana“ („prêtresse mexicaine“), la cual, a su vez, recuerda el adorno de cabeza de la divinidad egipcia „Isis“ [I.341].
Las asociaciones de Humboldt parecen tener un carácter relativamente convencional. Se trata de un inventario de tropos „orientalistas“, en especial de procedencia egipcia y persa, así como turca, arábiga e islámica. A través de su mirada orientalista, Alejandro de Humboldt ve en América caravanas, camellos, desiertos, palmeras, oasis, momias, jeroglíficos, pirámides, faraones, sultanes, cocodrilos, harenes, beduinos, bandidos de los desiertos, perlas, lujo y tiranía.
*La traducción ha sido realizada por José Aníbal Campos, La Habana.
[1] Edward W. Said, Orientalism [1978], Nueva York 1994, pp. 73-92.
[2] El 12 de abril de 1798 el Directorio acuerda iniciar la campaña francesa en el Oriente; el 12 de mayo llega Alejandro de Humboldt a París, y una semana más tarde las fuerzas expedicionarias francesas zarpan desde Toulon; los franceses navegan rumbo a Egipto y desembarcan en Alejandría el 1ro de julio, derrotan a los mamelucos junto a las pirámides el 21 de ese mes y tres días después hacen su entrada en la ciudad de El Cairo, continuando luego la campaña de Egipto y de Siria; durante todo ese tiempo Humboldt permanece primero en la capital de Francia hasta el 28 de octubre, día en que parte en compañía de Aimé Bonpland hacia Marsella, donde ambos esperan infructuosamente durante seis semanas por una oportunidad para emprender la travesía. Mientras tanto, realizan algunas excursiones, una de ellas a Toulon precisamente. El 15 de diciembre Humboldt y Bonpland parten con destino a España; el 5 de junio de 1799 se embarcan en La Coruña, y el 22 de agosto de 1799 Bonaparte sale de Egipto.
[3] Sobre los aspectos de carácter biográfico, véase: Siegmund Günther, „A. v. Humboldt“, en: Günther, A. v. Humboldt. L. v. Buch. Biographieen [sic], Berlín 1900, pp. 1-181, pp. 48-50; Ewald Banse, Alexander von Humboldt. Erschließung einer neuen Welt, Stuttgart 1953, pp. 28-30; Herbert Scurla, Alexander von Humboldt. Eine Biographie [Berlín/RDA, 1955], Düsseldorf 1982, pp. 96-99 und 102-104; Richard Bitterling, Alexander von Humboldt (‚Lebenswege in Bildern’, ed. de Ernst Hermann), Munich/Berlín 1959, pp. 24; Hanno Beck, Alexander von Humboldts Amerikanische Reise, Wiesbaden 1959, pp. 72-87; [del mismo autor], Alexander von Humboldt, 2 t., Wiesbaden 1959/1961, t. 1, pp. 110-119; Lotte Kellner, Alexander von Humboldt [ingl.], London 1963, pp. 26-28; Adolf Meyer-Abich, Alexander von Humboldt [1967], Reinbek 1995, pp. 52 y 62; Douglas Botting, Alexander von Humboldt. Biographie eines großen Forschungsreisenden [1973, Humboldt and the Cosmos], trad. de Annelie Hohenemser, Munich 1993, pp. 66-74; Kurt-R. Biermann, Alexander von Humboldt [1979] (‚Biographien hervorragender Naturwissenschaftler, Techniker und Mediziner’ 47), Leipzig 1990, pp. 41; Loren Alexander McIntyre, Die amerikanische Reise. Auf den Spuren des großen deutschen Forschers Alexander v. Humboldt [1982], Hamburgo 2000, pp. 39-40; Kurt Schleucher, Alexander von Humboldt. Der Mensch – Der Forscher – Der Schriftsteller, Darmstadt [1984], pp. 146-153; Pierre Gascar, Humboldt l’explorateur, París 1985, pp. 47-50; Werner Rübe, Alexander von Humboldt. Anatomie eines Ruhmes, Munich 1988, pp. 93; Kurt Schleucher, Alexander von Humboldt, Berlín 1988 (‚Preußische Köpfe’), pp. 55-58; Jean-Paul Duviols/ Charles Minguet, Humboldt, savant-citoyen du monde, París 1994, pp. 19-23; Otto Krätz, Alexander von Humboldt. Wissenschaftler – Weltbürger – Revolutionär [1997], Munich 2000, pp. 58-63; Hanno Beck/Peter Schoenwaldt, „Der letzte der Großen“. Alexander von Humboldt. Konturen eines Genies, Bonn 1999 (= „El último de los grandes“. Alexander von Humboldt. Contornos de un genio, trad. de José M. García Pelegrín), pp. 16; véase también: Kurt-R. Biermann, Ilse Jahn/Fritz G. Lange, Alexander von Humboldt. Chronologische Übersicht über wichtige Daten seines Lebens, Berlín (RDA) 1968, pp. 20-22; Alexander von Humboldt, Aus meinem Leben. Autobiographische Bekenntnisse, ed. de Kurt-R. Biermann, Munich 1987, pp. 56-59 (en: „Meine Bekenntnisse“), pp. 65-69 (en: „Mein Aufbruch nach Amerika“), pp. 95-98 (en: „Aus meinem Leben“).
[4] Todas las citas han sido tomadas de la edición original en francés, Alexander von Humboldt, Relation historique du Voyage aux Régions équinoxiales du Nouveau Continent. Fait en 1799, 1800, 1801, 1802 et 1804 par Al. de Humboldt et A. Bonpland, rédigé par Alexandre de Humboldt. Reimpresión íntegra del original publicado en París entre 1814 y 1825. Edición al cuidado de Hanno Beck, con una introducción de Hanno Beck y aumentada con un registro, 3 tomos, Stuttgart: Brockhaus 1970. – Los números romanos indican el tomo; los arábigos, la página correspondiente. Para las citas en español el traductor consultó varias traducciones disponibles de las obras de Humboldt; véase: Alexander von Humboldt, Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente, 5 tomos, [trad. de Lisandro Alvarado], Caracas 1991; y Ensayo político sobre la Isla de Cuba. Introducción biobibliográfica de Fernando Ortiz. Correcciones, notas, apéndices de Francisco Arango y Parreño, J. S. Thrasher y otros, La Habana 1998. Las citas correspondientes a ambas obras han sido señaladas en el texto con las abreviaturas siguientes: „[V.r.e.]“ para Viaje a las regiones equinocciales…, seguida del tomo y la página, indicados en números romanos y arábigos, respectivamente; y „[E.p.]“ en el caso del Ensayo político…; pero para los efectos de este trabajo fue preciso corregir algunos errores e imprecisiones de las respectivas traducciones. En tales casos, la corrección ha sido indicada entre corchetes. Cuando no ha sido posible localizar la cita, se realizó una nueva traducción de los pasajes correspondientes, por lo tanto se omite toda indicación bibliográfica.
[5] Napoleón Bonaparte y la expedición a Egipto son mencionadas de manera explícita en el tercer volumen de la relación de viaje de Humboldt, en la página 139.
[6] Un biógrafo destaca el proyecto original de Humboldt como sigue: „El sueño de viajar al Oriente se avivó con mayor intensidad que antes […] La mirada de Alejandro quedó fija en Egipto, en Napoleón. ¿Serían sólo rumores eso de que Napoleón había dicho a una persona de confianza que si todo iba bien, marcharía sobre la India? ¡India! ¡Las Indias orientales! Aquél seguía siendo uno de los destinos soñados por Humboldt. El Oriente excitaba su imaginación, al igual que la de Napoleón. El General, simbólicamente, había viajado a Egipto en el buque ‘Oriente’ […] Sin embargo, Napoleón jamás llegaría a la India; tampoco Humboldt.“ (Kurt Schleucher, Alexander von Humboldt. Der Mensch - Der Forscher - Der Schriftsteller, Darmstadt [1984], p. 149.)
[7] Tal como Humboldt enfatiza, Colón confundió realmente la América con el Oriente: „Colomb, séduit par la vivacité de son imagination, crut entendre parler de la Chine (Catay) et de la rivière du Ganges.“ [III.162] („Colón, seducido por la vivacidad de su imaginación, creyó estar oyendo hablar de la China (Catay) y de la ribera del Ganges“). „La description des trésors du Catay et de Cipango, de la ville céleste de Quinsay et de la province de Mango, qui avoit enflammé ses désirs dans son jeune âge, le poursuivirent comme des fantômes jusqu’au déclin de ses jours. Dans son quatrième et dernier voyage, en abordant aux côtes de Cariay (Poyais, ou Mosquito-Coast), de Veragua et de l’Isthme, il se croyoit près des bouches du Gange.“ [III.539-540] („La descripción de los tesoros de Catay y Cipango, de la ciudad celeste de Quinsay y de la provincia de Mango, que tanto había excitado las ansias de su juventud, le perseguiría como un fantasma hasta el ocaso de sus días. En su cuarto y último viaje, al arribar a las costas de Cariay (Poyais o Costa de los Mosquitos), de Veragua y del Istmo, Colón creyó estar cerca de las desembocaduras del Ganges“). Humboldt llega incluso a referirse al intento de su célebre antecesor de documentar América por escrito como si fuese el Oriente, sin mencionar para nada sus propios planes de viajar a esa región y describirla como Oriente: „L’Europe, à la fin du 15e et au commencement du 16e siècle, ne vit dans les parties du Nouveau-Monde découvertes par Colomb, Ojeda, Vespucci et Rodrigo de Bastidas, que les Caps avancés de cette vaste terre de l’Inde et de l’Asie orientale, dont les immenses richesses en or et en diamans, en perles et en épiceries, avoient été vantées dans les récits de Benjamin de Tudela, de Rubriquis, de Marco Polo et de Mandeville. L’imagination remplie de ces récits, Colomb, le 12 juin 1494, fit dresser devant notaire un acte dans lequel 60 de ses compagnons, pilotes, matelots et passagers, certifioient par serment que la côte méridionale de Cuba faisoit partie du continent de l’Inde.“ [III.539] („A finales del siglo XV y principios del XVI, Europa no vio en las partes de Nuevo Mundo descubiertas por Colón, Ojeda, Vespuccio y Rodrigo de Bastidas sino los cabos adelantados de esa vasta tierra de la India y del Asia Oriental, cuyas inmensas riquezas en oro y diamantes, en perlas y especias, habían sido ya ponderadas en los relatos de Benjamín de Tudela, de Rubriquis, de Marco Polo y de Mandeville. Con la imaginación imbuida de esos relatos, el 12 de junio de 1494 Colón hizo levantar un acta ante notario en la que sesenta de sus compañeros, pilotos, marinos y pasajeros, atestiguaban bajo juramento que la costa meridional de Cuba formaba parte del continente de la India“). Tales errores geográficos, según plantea Humboldt, contribuyeron a que aquellas regiones casi desconocidas adquiriesen en el discurso de los europeos una cualidad mítica: „Ces illusions géographiques, ce voile mystérieux qui enveloppoit les premières découvertes, contribuèrent à agrandir les objets et à fixer l’attention de l’Europe sur des régions dont les noms sont à peine connus parmi nous.“ [III.539-540] („Esas ilusiones geográficas, ese velo de misterio que envolvía a los primeros descubrimientos, contribuyeron a agrandar los objetos y a fijar la atención de Europa en regiones cuyos nombres apenas conocemos“).
[8] Humboldt alude al carácter de Cruzada de la conquista al hablar del entusiasmo de españoles y portugueses por la „señal de la cruz“ que sus antecesores plantaron „en los desiertos del Nuevo Mundo“ („dans les déserts du nouveau monde“ [I.209]), con lo cual, al emplear la palabra „déserts“, se enfatiza de manera gráfica la asociación de América con el país de los moros. También Humboldt denomina „cruzada“ („croisade“ [II.699]) a algunas de las expediciones de misioneros en el continente americano. Humboldt señala que ya Colón tenía planes de emplear el oro obtenido en las colonias para la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén [I.618]. Sobre los nexos existentes entre Reconquista y Conquista con las cruzadas, véase, por ejemplo: Carlos Fuentes, El espejo enterrado, México 1992, pp. 55-97.
[9] El epíteto „segundo descubridor“ – que no es más que una variación de una cita de Simón Bolívar en la cual se refería a Humboldt como el „verdadero descubridor“ de América – se atribuye por lo general al pensador y pedagogo cubano José de la Luz y Caballero (1800-1862); este epíteto forma parte de la inscripción de la estatua de Alejandro de Humboldt situada a la entrada de la Universidad que lleva su nombre en Berlín. Sobre este tema, véase: Ingo Schwarz. „Acerca de la historia de la dedicatoria ‘Al segundo descubridor de Cuba. La Universidad de La Habana, 1939’, en el monumento a Alejandro de Humboldt en Berlín“, en: Frank Holl [ed.], Alejandro de Humboldt en Cuba, Augsburgo 1997, pp. 103-109.
[10] Ottmar Ette, „Entdecker über Entdecker: Alexander von Humboldt, Cristóbal Colón und die Wiederentdeckung Amerikas“, en: Titus Heydenreich [ed.], Columbus zwischen zwei Welten. Historische und literarische Wertungen aus fünf Jahrhunderten, Francfort del Meno 1992, pp. 401-439; véase además, del mismo autor: „’Si yo mintiese al igual que todos los cronistas de viajes’, Alejandro de Humboldt y Colomb“, en: Holl, Alejandro de Humboldt en Cuba, pp. 61-73.
[11] Además de la campaña napoleónica, a la que acompañaba un séquito de científicos, Alejandro de Humboldt asocia su viaje de exploración con otros viajes al Oriente realizados en esa época: „Ce n’est que dans ces derniers temps qu’en Amérique, en Perse et dans l’Inde, les voyageurs ont senti combien il est important d’être correct dans les dénominations des lieux.“ [II.447] („No es sino en los últimos tiempos, cuando en América, en Persia y en la India, los viajeros han conocido lo importante que es la corrección de las denominaciones de los sitios“ [V.r.e.-IV.212].
[12] El discurso „orientalista“ en la relación de viaje cuenta con una suerte de prefacio ya desde las Islas Canarias, cuando Humboldt explora las momias („momies“ [I.192]) en las sepulturas de los Guanches en Tenerife y compara la forma de su cráneo con las de los antiguos egipcios („anciens Égyptiens“ [I.192]). Asimismo, establece ciertas analogías idiomáticas con otro pueblo del „Oriente“, „les Berbers“ [I.192], que permiten suponer la existencia „des liaisons anciennes“ („antiguos vínculos“) con los habitantes de las islas [I.193].
[13] Humboldt enfatiza particularmente esta puesta en escena, repitiéndola incluso en otra ocasión, un poco más adelante: „ces Ajupas que l’on appelle maisons du roi, et qui, comme je l’ai dit plus haut, servent de tambo ou caravanserai aux voyageurs.“ [I.441-442] („esos Ayupas [Caneyes] que llaman casas del rey, que, como arriba he dicho, sirven de tambo o [caravasar] a los viajeros.“ [V.r.e.-II.134]). (En la traducción de Lisandro Alvarado de Viaje a las regiones equinocciales… se utiliza la palabra „caravanserrallo“ como equivalente de „caravanserai“. Este traductor ha preferido emplear el vocablo aceptado por el Diccionario de uso del español. Véase, María Moliner, Diccionario de uso del español, 2 tomos, Madrid 1990, t. I, p. 518).
[14] En otro pasaje, Humboldt habla de „la Mésopotamie entre le Rio Negro et le Jupura…“ [II.463] („la Mesopotamia entre el Río Negro y el Jupura…“).
[15] Más adelante se evidenciará que algunos de estos estereotipos pueden llegar a tener niveles de significado serios en la medida en que son situados en contextos analíticos. La referencia a „momias“ y „jeroglíficos“, sin embargo, no está relacionada aquí con una reflexión sobre cultos funerarios o sistemas de escritura específicos.
[16] En el original – y también en la traducción – este calificativo aparece escrito en dos formas distintas: „Les Caribes, qu’on peut considérer comme les Boukhares du Nouveau-Monde“ [II.482] („Los Caribes, a quienes se puede considerar como los Boukhares del Nuevo Mundo“ [V.r.e.-IV.260]) – „Les Caribes voyageurs étoient les Bukhares de l’Amérique équinoxiale“ [III.20] („Los Caribes viajeros eran los Bukhares de la América equinoccial“ [V.r.e.-V.32].
[17] Además de la mirada „orientalista“, Humboldt emplea otro procedimiento para describir América a través de otra forma de „alteridad“: la estrategia de la antiquización. Pero en tanto la Antigüedad funge en primer término como paradigma histórico (temporal) de diferencia, el Oriente, por su parte, sirve sobre todo como paradigma cultural (espacial). En ambos casos se trata de la transferencia de un esquema ya familiar de percepción de lo ajeno a un nuevo objeto. Sobre la percepción de América mediante los conceptos de la Antigüedad, véase: Oliver Lubrich, „’Como antiguas estatuas de bronce’. Sobre la disolución del clasicismo en la Relación histórica de un viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Mundo, de Alejandro de Humboldt“, trad. de José Anibal Campos, en: Revista de Indias 61:223 (sept.-dic. 2001), pp. 749-766. – Resulta significativo que mientras la América de Humboldt es codificada a través de referencias al Oriente y a la Antigüedad clásica, falten casi por completo las referencias a la Biblia.
[18] Ya el Pico de Tenerife tenía una „forme pyramidale“ [I.101] („forma piramidal“): „[l]a pyramide colossale du Pic“ [I.125] („[l]a pirámide colosal del Pico“ [V.r.e.-I.140]) era „semblable à une énorme pyramide“ [I.123] („semejante a una enorme pirámide“ [V.r.e.-I.146]), „la montagne ressemble à ces pyramides à gradins que l’on retrouve dans le Féjoum et au Mexique“ [I.128] („se asemeja la montaña a esas pirámides con escalones que se hallan en el Fayum y en México“ [V.r.e.-I.152]). También el Pico del Guácharo, „la grande pyramide du Guacharo“ [I.435] („la gran pirámide del Guácharo“ [V.r.e.-II.126]), es „comme une pyramide inclinée“ [I.441] („como una pirámide inclinada“ [V.r.e.-II.133]). Como parte de este mismo repertorio metafórico es preciso entender la forma de determinados tipos de piedras: „des roches taillées en murs et en pyramides“ [III.258] („las rocas talladas en muros y pirámides“). „Le Castillo de San Lázaro se présente de loin comme une grande pyramide rocheuse; examiné de près, ses fortifications sont moins formidables.“ [III.551] („El Castillo de San Lázaro se presenta de lejos como una gran pirámide rocosa; pero si se le examina de cerca, sus fortificaciones son menos formidables“). En otro pasaje, Humboldt encuentra curioso que una montaña no pueda ser descrita como pirámide: „Point de forme pyramidale“ [II.41] („Ninguna forma piramidal“ [V.r.e.-III.62]). En Caracas se refiere a „les deux dômes ou pyramides arrondies de la Silla“ [I.580] („las dos cúpulas o pirámides redondeadas de la Silla“ [V.r.e.-II.317]), introduciendo con ello un repertorio alternativo de metáfora arquitectónica. En una observación de carácter general sobre los estudios geológicos de las montañas los términos „pics“, „aiguilles“, „pyramides“ y „dômes arrondis“ aparecen en una relación sinonímica [III.191].
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