Gespiegelte Fassung der elektronischen Zeitschrift auf dem Publikationsserver der Universität Potsdam, Stand: 18. August 2009
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H i N

Alexander von
HUMBOLDT im NETZ

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HiN                                                      III, 4 (2002)
 
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Frank Holl

Humboldt y el Colonialismo

 

5. La repercusión

Humboldt nunca regresó a España. Conocía muy bien el destino de otros exploradores que habían viajado por orden de la Corona española. Al dejar la Coruña, el 5 de junio de 1799, pasó frente al lugar donde Malaspina permanecía en calidad de prisionero de Estado. Los exploradores tenían el poder de la información, que como en el caso de Cristóbal Colón generó por parte del Estado un ambiente de desconfianza. En América, Humboldt nunca manifestó sus pensamientos acerca del colonialismo pero sí tuvo la iniciativa de entregar al virrey de la Nueva España una copia escrita a mano de sus "Tablas geográfico-políticas del Reino de Nueva España", de las que no tardaron en aparecer copias, también manuscritas, que tuvieron una acogida inmediata entre quienes ya querían la caída del colonialismo. 

Estas formaron la base para el "Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España", publicado pocos años después en París, entre 1808 y 1811. La obra está dedicada, por razones políticas, al rey Carlos IV., "soberano de las colonias españolas" (Humboldt 1991, CLXXIX). En ella Humboldt muestra, sin expresarlo explícitamente, que las colonias están maduras para la independencia porque cuentan con un potencial científico, económico, cultural y social. El segundo tomo, termina con las palabras: "¡El bienestar de los blancos está íntimamente enlazado con el de la raza cobriza, y que no puede existir felicidad duradera en ambas Américas, sino en cuanto esta raza, humillada pero no envilecida en medio de su larga opresión, llegue a participar de todos los beneficios que son consiguientes a los progresos de la civilización y de las mejoras del orden social!" (Humboldt 1991, 566.)

Pocos meses antes, el 16 de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo y Costilla había levantado la bandera de la revolución en Nueva España, planteando exactamente la misma reivindicación: la supresión de las diferencias de estamento y la abolición de la servidumbre de los indígenas.

El "ensayo político", y los siguientes libros de Humboldt de su gran obra de viaje, especialmente la propia descripción, "Relation historique", publicada entre 1814 y 1831 se puede leer como un comentario a los eventos políticos en Latinoamérica. La exigencia en esos libros es la reivindicación a la igualación de los derechos de todos los habitantes de América. Humboldt ponía en Simón Bolívar una gran esperanza. Sobre su papel en la abolición de la esclavitud, Humboldt escribió en 1825: "Están en marcha saludables cambios en la situación de los esclavos. De acuerdo con las leyes de los nuevos Estados independientes, la esclavitud será eliminada de manera paulatina: la República de Colombia ya ha dado el ejemplo con una manumisión gradual. Esta medida tan humana como inteligente debe agradecerse al GENERAL BOLÍVAR, cuyo nombre no resplandece menos por sus virtudes cívicas y su moderación en el triunfo que por el brillo de su gloria militar." (Humboldt 1999b, 1507).

Humboldt y Bolívar se habían encontrado ya en el verano de 1804 en París, y otra vez más en Roma, al año siguiente. Posteriormente, en 1821, pocos meses después de haber asegurado definitivamente la independencia de Venezuela con una aplastante victoria sobre España en la batalla de Carababo, escribía Bolívar a Humboldt: "El barón de Humboldt estará siempre con los días de la América presente en el corazón de los justos apreciadores de un grande hombre, que con sus ojos la ha arrancado de la ignorancia y con su pluma la ha pintado tan bella como su propia naturaleza." (Humboldt 1989, 236). De esta manera, Bolívar testimoniaba, además de su afecto al investigador, el conocimiento de su obra y de su influencia. Bolívar llamó a Humboldt el "descubridor del Nuevo Mundo", "cuyo saber haya hecho más bien a la América que todos los conquistadores." (Bolívar 1984, 328 y 326).

Poco a poco se fueron liberando las colonias de la tutela española, pero la estructura social no presentó un cambio significativo: la equiparación legal reclamada por Humboldt en su ensayo sobre México en 1808, no ayudó mucho ni a los ex-esclavos ni a los indígenas. Por un lado sirvió el "ensayo político sobre Nueva España" en los debates del Congreso Constituyente de México de 1824 como base informativa, sobre todo en lo estadístico. Por otro lado cuando la soberanía quedó en manos de los criollos, y esto no sólo en México, la situación de "la raza oprimida" no experimentó ningún cambio importante. Por tanto, no es casualidad que Benito Juárez, el único hijo de indígenas que ha sido presidente de México, nombrara a Humboldt "benemérito de la Patria" poco después de su muerte en 1859 y mandara construir una estatua de mármol en su memoria. (Nelken 1980, 57).

El "Ensayo político sobre la isla de Cuba", estudio socioeconómico de Humboldt, hasta hoy goza de un gran reconocimiento en la isla caribeña, principalmente por sus acusaciones a la esclavitud. Esta obra fue publicada en 1826, en un momento en que todavía dominaban los españoles y seguía en rigor un régimen esclavista. Humboldt consideraba a la esclavitud como "sin duda, el mayor de todos los males de la humanidad" (Humboldt 1960, 283) y escribió "Cuando el comercio de esclavos termine completamente, entonces los esclavos pasarán poco a poco a una clase de hombres libres, y una sociedad formada por nuevos elementos arribará a aquellas alamedas que ha reservado la naturaleza a todas las sociedades numerosas y esclarecidas." (Humboldt 1960, 255).

Esta obra dio mucho de qué hablar en más de un sentido. Es cierto que el historiador cubano José de la Luz y Caballero llamó ese mismo año a Humboldt "el segundo descubridor de Cuba" (Humboldt 1930, VII), tras haber leído el libro. Él consideraba a Humboldt superior a Colón, primer europeo que pisó la isla en 1492, incitó a la Corona española a cultivar caña e importar esclavos africanos. Pero debido a la aguda crítica de Humboldt a la esclavitud, la difusión de su obra fue prohibida sin reparo por el gobierno cubano en 1827, pues la consideraba de "sobremanera peligrosa" (Barnet y Quesada 1997, 79). No fue sino hasta 1886, 27 años después de la muerte de Humboldt y tras una larga guerra civil que la esclavitud fue abolida.

Los dos "Ensayos políticos" fueron publicados en París, en ediciones financiadas por el propio Humboldt. Forman sólo una pequeña parte de su monumental obra "Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente", con 34 volúmenes publicados entre 1805 y 1834. Con este gigantesco proyecto de publicación, que duró más de 30 años, Humboldt no sólo arruinó muchas editoriales en París sino que él mismo se condenó a la ruina financiera. Sin otra alternativa que satisfacer el deseo del rey prusiano, Humboldt regresó a Berlín en 1827.

La independencia del hombre que hasta ese momento había emprendido la más grande empresa de investigación no existía más. Pasó el resto de su vida cómo camarero del rey y dependiendo de la caja del Estado. Esto no cambio su actitud política. Humboldt simpatizó con la Revolución alemana de 1848. En las mañanas participaba en las asambleas del pueblo y por la noche cenaba con el rey, siendo siempre respetado por ambos campos políticos. Con una sonrisa tomó las palabras del rey de Hannover, quien durante una estancia en Berlín después del fallido intento de revolución caracterizó a Humboldt de la siguiente manera: "siempre él mismo, siempre republicano y siempre en la antesala del Palacio" (Herzen 1977, 371).

Cuando en 1856 apareció en los Estados Unidos una traducción de la obra sobre Cuba - hecha por John Sidney Thrasher- en la que se omitían todos los pasajes de crítica a la esclavitud, el viejo Humboldt - tenía ya 87 años- protestó decididamente en una declaración dirigida a la prensa: "Atribuyo una importancia mucho mayor a este capítulo que a los laboriosos trabajos de localizaciones astronómicas, los experimentos sobre la intensidad magnética o los datos estadísticos." (Humboldt 1856, 4). La encendida polémica que esto generó en los Estados Unidos se reflejó en la campaña electoral presidencial, en la que el opositor de la esclavitud John C. Frémont invocaba "el poder del nombre de Humboldt." (Bruhns 1872, 295). En 1857 por iniciativa de Humboldt el rey Federico Guillermo IV promulgó una ley sobre lo cual el investigador escribió: "He logrado lo que era mi mayor anhelo: la ley de negros requerida por mí desde largo tiempo. Todo negro recupera la libertad apenas toca suelo prusiano." (Zimmermann 1859, 62s.)

Desde Europa, Humboldt seguía con atención cómo las colonias se iban liberando poco a poco del dominio español. No obstante, se daba cuenta también de que allí las estructuras sociales habían cambiado poco en la práctica. Las capas superiores criollas apenas contribuían a la mejora de la situación social de los antiguos esclavos y de la "humillada raza cobriza". Esto era sin embargo lo que Humboldt había considerado imprescindible, reivindicándolo públicamente desde 1808. También estaba desilusionado por la evolución en los Estados Unidos, donde la abolición de la esclavitud, aunque reclamada una y otra vez, sólo se había realizado parcialmente, y no contaba con el respaldo de la constitución. En 1847, durante la guerra mexicano-estadounidense, como consecuencia de la cual México debió ceder una gran parte de su territorio a los E.U.A., Humboldt escribía: "Las conquistas de los norteamericanos republicanos me disgustan mucho. Les deseo lo peor en el México tropical. Les dejo el norte, donde seguirán difundiendo su loca esclavitud". (Humboldt 1869, 98).

La repercusión de Humboldt, principalmente en América, se explica por suspapel de científico independiente y defensor de la independencia. Colón descubrió América para Europa, con consecuencias para todas las culturas americanas. Humboldt descubrió América de nuevo, si bien como un científico independiente cuyo deseo era la comunicación intensiva entre los dos Mundos en torno al Atlántico y la defensa de los derechos humanos.

Él hizo accesible sus resultados para todos, principalmente para los habitantes del continente americano. En este sentido puede decirse que exploró América para los americanos. Para muchos representantes de los jóvenes estados latinoamericanos el desarrollo de la ciencia era un capital fundamental. Para ellos Alexander von Humboldt, como representante de una ciencia libre, no era sólo un científico ideal, sino también un político modelo, que compartía los ideales de la Revolución Francesa, su responsabilidad a la "unidad del género humano", del respeto a todas las culturas, religiones y razas humanas. Fue una obligación que duró toda su vida. La gran dificultad - tanto en el Nuevo y en el Viejo Mundo - era la realización de esos ideales. Humboldt conocía muy bien este problema, y una vez durante su viaje anotó: "Ideas sólo serán útiles, cuando estén vivas en muchas cabezas". (Humboldt 1993b, 63).

 

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