Gespiegelte Fassung der elektronischen Zeitschrift auf dem Publikationsserver der Universität Potsdam, Stand: 18. August 2009
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H i N

Alexander von
HUMBOLDT im NETZ

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HiN                                                     II, 3 (2001) __________________________________________________________

J.Alberto Navas-Sierra

Comercio y reinserción internacional: los «casos» latinoamericano y colombiano (Una hipótesis de Humboldt)

 

I.) EL VATICINIO.

 

En 1825, luego de transcurridos 21 años de su expedición americana, cuando ya preparaba su traslado definitivo a Berlín, y convencido por la fuerza de los hechos sobre la irreversibilidad de la emancipación hispanoamericana, Humboldt reflexionó sobre el lugar que, en un futuro mediato, correspondería a los nuevos Estados americanos dentro del nuevo orden internacional post-napoleónico. Al admitir que el éxito -ya indiscutible- de las últimas guerras anti-coloniales americanas –al igual que su precedente angloamericano- afectaban el presente y sobre todo el ‘equilibrio’ de las futuras relaciones entre el ‘Viejo’ y ‘Nuevo’ continente, y no obstante el sesgo egocéntrico europeo –tan propio a su ideología-, Humboldt se decidió a vaticinar un próximo -y por lo demás inevitable- reencuentro de ambos hemisferios de la civilización occidental. Anticipándose a lo que un año después inmortalizaría la obra política de Canning respecto a Hispanoamérica, Humboldt fue más allá: dicho reencuentro de América y Europa, además de mutuamente ventajoso, establecería un nunca logrado equilibrio político en el nuevo sistema mundial que esa Europa, de la mano de Inglaterra, había decidido crear tras el reconocimiento político de los gobiernos insurgentes hispanoamericanos.

a) Comercio y equilibrio político.

Así lo proclamó Humboldt en el siempre recordado capítulo 26 de la tercera entrega de su ‘Relation historique’, aparecida en París en junio de 1825. Entonces –recordando quizás, sin citarla, la ‘Circular’ o ‘Nota’ de Zea de abril de 1822- Humboldt consideró que serían los nuevos intereses y relaciones comerciales a ser establecidas entre la América independiente y Europa, los encargados de establecer el equilibrio en las relaciones de ambos mundos, tan seriamente comprometidas luego de 15 años de largas y erráticas guerras de emancipación. Serían pues el mutuo interés y recíproca necesidad para establecer un ventajoso intercambio –comercio e inversiones- los llamados a que expandir desde Europa una «...creciente prosperidad a toda esa otra porción de nuestro planeta..»(1).

Así pues. «...el comercio tenderá a unir lo que una política egoísta había separado desde siempre..»(2). Tal era el poder de esa nueva ‘luz civilizadora’ que habría de cubrir y guiar, por propia necesidad y fuerza intrínseca, sin que nunca pudiera apagarse, al nuevo y ahora libre continente americano. Si lo que Europa ilustrada y liberal pretendía aportar a la América independiente era un orden renovado de relaciones ‘intelectuales’, políticas y económicas diferentes a las que por 300 años habían existido entre tales ex-colonias y Europa, las mismas sólo podrían basarse en tres condiciones: equilibrio, reciprocidad y mutua prosperidad (3).

b) El diagnóstico.

Por lo demás, lo que ahora postulaba Humboldt era apenas una extensión de las muchas reflexiones que desde los días de su expedición americana había captado de manera tan nítida sobre lo que era la singular realidad comercial que imperaba en las posesiones americanas por él visitadas; opiniones que empezó a hacer explícitas desde 1811 en su ‘Ensayo’ sobre Nueva España. En particular, señaló que para finales del siglo XVIII España había definitivamente perdido el control y dominio del mercado americano, cosa que tardíamente habían terminado por reconocer los decretos sobre ‘libre comercio’ de 1778 (4).

Así pues, y a pesar del incremento significativo experimentado por los intercambios colonias-metrópoli hacia 1774-1775, entre otras cosas, consecuencia de la paz de Versalles (5), el eventual superávit peninsular en metálico bien pronto escapaba desde Cádiz o Barcelona hacia Londres –Amberes u otras capitales europeas- para saldar los flujos de un contrabando casi generalizado que tales potencias europeas hacían abiertamente con tales colonias, bien directamente, como a través de sus posesiones del Caribe; comercio clandestino que se hacía singularmente con Caracas, Santa Fé, México y La Habana (6). Para Humboldt, a esta creciente apertura irregular del comercio colonial bien pronto se unió una nueva ola de expansión comercial fruto del estado de guerra marítima – prácticamente ininterrumpido desde 1797 hasta 1808 entre España e Inglaterra- que obligó a la metrópoli a abrir sus principales puertos americanos a los navíos ‘neutrales’. Lo anterior, además de ser un reconocimiento explícito de la incapacidad marítima y militar española para garantizar el oportuno aprovisionamiento y defensa de su nominal monopolio comercial colonial, terminó por enseñar a los comerciantes ‘criollos’, europeos y angloamericanos, las ventajas del libre comercio.

Para 1811 –fecha de su ’Ensayo’ y más tarde –1814 y 1819- cuando aparecieron las dos primeras entregas de su ‘Relation’,esta creciente e irreversible ‘independencia comercial’, ganada poco a poco por las colonias hispanoamericanos, constituyó, según Humboldt, un obligado preámbulo de la ‘independencia política' que para entonces pretendían tales colonias. Ahora, a mediados de 1825, tras constatar la larga interrupción y casi general parálisis de los intercambios entre Europa y la América hispana independiente -apenas consecuencia de la ruina económica que tan larga y cruenta guerra emancipadora había producido en la casi generalidad de los nuevos países americanos-, la cuna de la civilizada occidental debía afrontar el desafío de rehacer, no sólo dicho comercio, sino hacer del mismo la mejor pasarela para la difusión –extensión- en el ‘Nuevo Mundo’ de las luces que ya regían la vida del ‘Viejo’ continente. El nuevo ‘Cosmos’ que entonces surgiría, repetía Humboldt, sería equilibrado, recíproca y mutuamente ventajoso.

 

Notas

(1) Relation.. t.3º, Cap. 26; p. 58 y ss.

(2) ‘jalouse’ en el original. Es obvio que Humboldt se refiere al monopolio colonial americano que España había impuesto de manera egoísta, antes que celosa, a sus colonias y resto del Mundo.

(3) Para Humboldt –admitido monarquista-, este doble postulado, finalmente legitimador del reconocimiento político europeo de los nuevos gobiernos revolucionarios americanos, era apenas una doble consecuencia, tanto de su idealismo kantiano -:’La luz es la ruptura del tiempo’, principio tan manifiesto en toda su ideología política- como de su todavía más irrestricto liberalismo económico bebido directamente de A.Smith. Ottmar ETE : Hacia una conciencia.. p.49 y ss. También: The scientist as ...; En: HiN. International review for humboldtian studies. Potsdam 2001; II (2).

Los eventuales nexos entre la ‘Nota’ de F.A. Zea del 8 de Abril de 1822 de París –a quien, como ya se advirtió, luego de su muerte Humboldt terminó llamando ‘asno’- y lo ahora postulado por Humboldt en su 3ra entrega de la ‘Relation’ quedan manifiestos desde el encabezamiento mismo de dicha comunicación que, como se sabe, fue originalmente dirigida al Ministro de RR: EE., francés : «...El infraescrito Enviado .. de la República de Colombia, para establecer relaciones políticas y comerciales con los Poderes europeos... [afirma que ]la América ha allegado ya a su mayoría.. Esta independencia, pues, no ha hecho sino restablecer el orden natural, poniendo fin a aquellos males infinitos que necesariamente producia una conexión tan mal combinada... América habiendo llegado al punto en que queda asimilada en hecho y derecho á todas las naciones existentes.. no le falta mas que obtener su reconocimiento de la grande familia de que hace parte [Europa], y a la que su asociación no puede menos que presentar muchas ventajas.. ¿y entre las naciones conocidas, donde está la que no aspira á establecer relaciones comerciales con ella? .. Tal es la unica base de la relación que deseamos establecer con todos los pueblos de la tierra –cordialidad, libertad, reciprocidad. Los zelos, las desconfianzas que antiguamente separaban las diferentes naciones, armando as unas contra las otras, están desterradas.. Colombia solo aspira á que sus relaciones con aquellos que quieran tratar con ella sean faciles , amistosas, y utiles.. Un vasto y rico continente, habitado por gente civilizada, no puede quedar por mucho tiempo olvidado del resto del mundo: sería siempre difícil formar relaciones permanentes y ventajosas, y tales que los intereses comerciales exigen, entres Estados cuyos gobierno no se reconocen recíprocamente..» [El subrayado es del autor. Como siempre se ha conservado la ortografía del original] J.Alberto NAVAS SIERRA:; Utopía y.. pp.434 y ss.

(4) Charles MINGUET: Alejandro de..; t. 2; pp.333 y ss.

(5) Essai.., t.iv, lib. v, cap. XII; pp. 149.

(6) Essai.., t.iv, lib. v, cap. XII; pp. 151 y ss. Como en otros apartes anteriores, se mantiene la nomenclatura, entonces convencional, para designar las posesiones españolas: Caracas por Venezuela, Santafé por Nueva Granada, México por Nueva España y La Habana por Cuba.

 

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